“Kincsem”, la yegua con cincuenta y cuatro victorias

Retrato de Kincsem elaborado por Emil Adam en 1887

Desde que en 1750 los ingleses crearan su Jockey Club y empezaran a darle forma a esto del turf, muchos han sido los caballos que por un motivo u otro han pasado a la historia con la vitola de cracks. Pero la historia es a veces cruel y olvida a quien no debe ser olvidado. Recordemos hoy a “Kincsem”, la yegua húngara que ostenta el récord máximo de victorias seguidas con 54 triunfos.

El turf no sólo es el deporte de los nobles y reyes. Es también un espectáculo donde la épica tiene un rol fundamental. Los criadores, entrenadores, propietarios, jockeys y aficionados buscan con ahínco y a veces durante toda su vida a aquellos ejemplares que, tocados por una mano divina, superan la inmortalidad para convertirse en leyenda.

Nuestra historia de hoy nos traslada a la Hungría de 1874, cuando el país centroeuropeo formaba parte de la potencia conocida como Imperio Austrohúngaro. Allí, en la ciudad de Tapioszentmarton, nacía una yegua alazana sin manchas, hija del semental inglés “Cambuscan” y de una hija de “Slane” llamada “Waternymph”. Su padre alcanzó cierta gloria en las islas con la chaquetilla de la Reina Victoria al hacerse con el July Stakes (1864) y colocarse en el St. Leger. Erno Blaskovich bautizaría a la potrita como “Kincsem” (cuyo significado en húngaro podría traducirse como mi tesoro).

“Kincsem” no era el animal más llamativa de su potrada. De hecho, cuando apenas era una yearling, Blaskovich ofreció a la hija de “Cambuscan” en un lote de siete potros al Baron Orzy por la módica cantidad de 700 libras. Orzy se quedó con cinco de aquellos animales, descartando a “Kincsem” y a otra potra por considerarlas de calidad inferior.

Asumiendo que “Kincsem” se quedaría para vestir santos, Blaskovich decidió correr a la potra con sus colores y fue enviada al entrenador inglés Robert Hesp. La hija de “Cambuscan” debutaría en la primavera de sus dos años en Alemania consiguiendo una victoria por cuatro cuerpos. La pupila de Blaskovich cerraría su etapa precoz con diez victorias sobre diez salidas (con seis triunfos en Alemania y cuatro en Austria-Hungría) y un acumulado de más de cuarenta y cinco cuerpos de ventaja sobre sus rivales.

Estatua de la yegua en el Kincsem Park, el hipódromo más importante de Hungria | Fuente: Kincsem Park

En 1878 “Kincsem” empieza su etapa clásica con una nueva victoria en su reintrée en Bratislava. Tras esta carrera, la yegua encara una de sus primeras grandes gestas. Hesp matriculó a la hija de “Cambuscan” en las 2.000 y 1.000 guineas húngaras, pruebas a celebrarse en el mismo fin de semana y con sólo un día de descanso entre ambas. “Kincsem” vence cómodamente la prueba de machos (dejando a tanta distancia al segundo clasificado que ni se recogió la diferencia) y doblega a las hembras con un margen de cuerpo y medio sobre “Bimbo”. Y sólo tres semanas después, “Kincsem” viajaría a Austria para hacerse con el derby local ante los mejores machos del país. 

La pupila de Hesp cerraría su etapa clásica con diecisiete victorias sobre diecisiete salidas aunque en dos de ellas (el Freudenauer Preis en Viena sobre 2.400m y Kaiserpreis II. Classe en Praga sobre 3.200m) lo hiciera sola, ya que todos sus rivales se retiraron cuando vieron el nombre de “Kincsem” en el partant

La temporada de cuatro años se presentaba como la más difícil en la carrera de la yegua. Hasta ahora, “Kincsem” había disfrutado de la ventaja por edad cuando se medía a caballos viejos. Pero en este nuevo año sería ella la que diese kilos. Su edad, sumado a su alto valor en el hándicap, le obligó a enfrentar muchas pruebas con casi setenta kilos sobre su dorso. Pero la reina húngara seguía sin dar tregua a sus rivales y contaba por victorias sus salidas a pista. Así, entre abril y mayo de 1878, “Kincsem” sumó nueve victorias más.

Tras ganar todo lo que se podía ganar en Centroeuropa, Blaskovich y su equipo decidieron hacer las maletas y enfrentar la edición de 1878 de la Goodwood Cup. Con un cómodo peso de cincuenta y cuatro kilos (hasta ese momento, el más bajo que había portado en aquella temporada era de 65kg) y un descanso de tres meses, la yegua dejó estupefactos a los profesionales y aficionados británicos al sumar un nuevo triunfo en su palmarés. 

De vuelta al continente, “Kincsem” hizo una parada en Francia para correr y ganar el Gran Premio de Deauville. Semanas más tarde disputaría en Alemania el Grosser Preis von Baden (carrera que ganaría en tres ocasiones) donde estuvo muy cerca de perder su imbatibilidad. En un pista totalmente enfangada y portando siete kilos más que sus rivales, “Kincsem” cruzó la meta junto a “Prince Gales the First”. La tecnología de la época no pudo determinar el ganador así que ambos caballos volvieron a la pista para un desempate. Ahí la yegua húngara disipó toda duda, alcanzando el poste de meta con cinco cuerpos de ventaja sobre su rival. La hija de “Cambuscan” cerró el año 1878 con quince triunfos sobre quince salidas y victorias en Austria, Francia, Reino Unido y Alemania.

Fotograma de la película «Kincsem-Bet on revange» que recuerda las aventuras de la yegua

“Kincsem” siguió en entrenamiento una temporada más, cuando contaba con cinco años de edad. La yegua alazana salió a pista en doce ocasiones más, logrando otros tantos triunfos. Destaca su tercera victoria en el Grosser Preis von Baden y sus tres triunfos por retirada de sus rivales.

Blaskovich pretendía mantener en competición a su campeona durante la temporada de 1880 donde pretendía correr a la yegua de nuevo en Viena, Budapest, Alemania o Francia. Pero tras darse forfait en una carrera en Bratislava fue retirada definitivamente de la competición y dedicada a la cría. 

“Kincsem” cerraba su etapa como corredora con cincuenta y cuatro triunfos sobre cincuenta y cuatro salidas a pista, una marca jamás registrada y nunca igualada hasta la fecha. La yegua húngara destrozó a sus rivales tanto en su país como en Alemania, Reino Unido o Francia. Para entender la magnitud de sus hazañas hay que recordar que “Black Caviar”, la segunda purasangre con más victorias seguidas en la historia, alcanzó veinticinco triunfos consecutivos. Menos de la mitad que “Kincsem”.

Como yegua de cría, la joya húngara sólo engendró cinco potros. El último de ellos, un macho por “Doncaster”, falleció antes de debutar. Los otros cuatro (dos hembras y dos machos) fueron todos ganadores. Destacan sus dos primeros productos, ambas hembras y ambas por el semental “Bucareem” (curiosamente, el padre con el que Blaskovich quiso cruzar a la madre de “Kincsem”) “Budagyongye” y “Olyan Nics”. La primera fue una excelente corredora, consiguiendo cuatro victorias (entre ellas, el derby alemán) y siete colocaciones en catorce salidas a pista. Pero su verdadero valor vino como yegua de cría. “Budagyongye” creó una línea femenina de campeones que llega hasta nuestros días. Por las venas de caballos como “Calandria” (Prix Royal Oak) “Oberon” (derby italiano) “Polygamy” (Derby de Epsom) o “Camelot” (2000 guineas, Derby de Epsom y Derby irlandés) corre la sangre de esta hija de “Kincsem”.

“Olyan Nics”, por su parte, fue también una buena corredora (ocho victorias y once colocaciones sobre treinta y cuatro salidas) y mejor criadora, generando treinta y tres ganadores clásicos en ocho países distintos.

El semental «Camelot» es descendiente directo de «Kincsem» | Fuente: Coolmore

Finalmente, “Kincsem” fallecería a los trece años tras sufrir un severo cólico. Su cuerpo hoy en día puede verse en el Museo Húngaro de la Agricultura.

Aunque casi desconocida en Europa occidental, “Kincsem” es una auténtica leyenda en la zona central del continente. El hipódromo más importante de Hungría lleva su nombre. Y dentro del Kincsem Park hay tanto una estatua de la purasangre como un museo. Varias ciudades húngaras tienen calles en su honor. E incluso la localidad alemana de Baden-Baden le ha guardado un sitio en su callejero. En 2017 se estrenó la película “Kincsem-Bet on Revange” basada en su vida. Con un presupuesto de unos tres mil millones de forines húngaros (unos 9,7 millones de euros) la cinta se convirtió en el film más caro del país.

La historia de “Kincsem” ha llegado hasta nuestros días llena de misterios y leyendas. Leyendas que aunque su veracidad se cuestiona, demuestran la importancia que ha tenido esta yegua en la cultura popular húngara. Por ejemplo, se cuenta que, cuando todavía era una potrilla, “Kincsem” fue víctima de un robo. Por aquel entonces era bastante común que algunas tribus nómadas gitanas robaran caballos para venderlos o quedárselos. El mito nos dice que, tras ser robada, el patriarca devolvió la potra a Blaskovich diciéndole que tenía suerte de poseer la que sería la yegua más grande de todos los tiempos. Sin embargo, hoy en día sabemos que quien fue robada no fue “Kincsem”, sino su madre “Waternymph”. Y que, de hecho, hasta puede que los ladrones fuesen interceptados antes de completar su fechoría.

Los restos de «Kincsem» descansan en el Museo Húngaro de la Agricultura | Fuente: Magyar Mezőgazdasági Múzeum és Könyvtár

Otra curiosa leyenda que rodea a “Kincsem” es la que la relaciona con “Csalogany”. En años posteriores a su muerte, varios artículos señalaban que la campeona húngara viajaba siempre junto a un gato de nombre “Csalogany”. Ambos eran inseparables. No obstante y tras revisar los resultados de la época, los historiadores descubrieron que Blaskovich tenía otro corredor de nombre “Csalogany”, quien solía viajar y competir junto a la campeona. 

Otras leyendas señalan que “Kincsem” sólo comía forraje de su cuadra, por lo que su equipo debía cargar con kilos y kilos de comida en cada viaje. El paladar de la yegua era tan exquisito que, según cuentan, una vez estuvo dos días sin beber agua hasta que encontró una de su agrado en Baden-Baden.

Pero, sin lugar a dudas, la mayor y más épica de las leyendas de “Kincsem” es real. La historia de una yegua que, tras ser rechazada por un comprador, encadenó cincuenta y cuatro victorias consecutivas.

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