Quienes siguen las carreras de caballos con asiduidad saben de sobra que es un deporte muy sacrificado. Trabajar con animales es muy duro y todos los esfuerzos pueden irse por el desagüe si el día de la carrera el caballo ha pisado mal y se ve resentido, si el jockey no lo entiende o si, simplemente, el caballo no tiene su día.