
Danielle Goldstein es una amazona de salto de obstáculos que ha llegado para cambiar la disciplina. Sus plumas, su chaqueta blanca y sus pantalones de yoga han levantado ampollas entre los sectores más conservadores de la hípica. Pero Goldstein no sólo vive de su imagen y, en apenas 7 años como amazona profesional, ya se codea con la élite del deporte.
Danielle Goldstein (1985) es una amazona de saltos de obstáculos atípica. Criada en una familia neoyorkina no vinculada a la hípica, su primer contacto con un caballo vino de la mano de una amiga suya, que le invitó a un paseo. Por entonces, Goldstein tenía 8 años y, desde aquella primera vez, su vida quedó vinculada a los caballos para siempre.
Aunque su familia no era «del mundillo», sí pudieron inculcarle una disciplina deportiva. No en vano su padre fue un gran jugador de squash. A la edad de 16 años, Goldstein ya corría grandes premios y, en su etapa juvenil, se proclamó campeona (tanto individual como por equipos) de Norte América.
Posteriormente, y sólo por unos años, Goldstein dejaría los caballos. «No podía compaginar estudios e hípica. Durante toda mi etapa del instituto ya estaba compitiendo a alto nivel y no tenía vida social. Yo quería vivir la experiencia universitaria, formar parte de una hermandad, viajar… así que fue difícil, pero tuve que dejar los caballos«.
Al acabar sus estudios universitarios en la Universidad de Duke, Goldstein retoma la hípica. La amazona se sincera y admite que no fue fácil: le costó encontrar, de nuevo, el espíritu competitivo. Aunque tardó un par de años en amoldarse de nuevo a la competición, cuando lo hizo, pudo brillar con luz propia.

En el año 2012 pasa a ser amazona profesional y, sólo un año después, disputa el Campeonato de Europa bajo bandera de Israel (nacionalidad que acogió en el año 2010). Ese mismo 2013 Goldstein actúa como jefe de equipo israelí en los Maccabiah Games, consiguiendo una medalla de oro.
El 2014 es un año importante para Goldstein y para su país, Israel. La amazona disputa los Juegos Ecuestres Mundiales de Normandía y, además, Israel debuta, por primera vez en la historia, en una Copa de Naciones.
Goldstein, por aquellos años, ya empezaba a ser conocida en los circuitos internacionales. Aunque disputaba pruebas de importante nivel, todavía no se codeaba con la élite del deporte. Esos laureles le llegarían en 2017, año de su explosión como deportista.

En ese 2017 Goldstein debuta en el Longines Global Champions Tour, la competición más selecta, mediática y millonaria del mundo de la hípica. Y, además, en su primer año consigue hacerse con el triunfo en una de las quince sedes del campeonato; ganando el Gran Premio de Estoril. Ese mismo año Goldstein es novena en el Campeonato de Europa y consigue ganar una de las pruebas (la final por equipos).
Un año más tarde, en 2018, se hace con uno de los Grandes Premios 5* de Wellington y disputa los Juegos Ecuestres de Tryon, donde acaba en el puesto 20.
Desde su debut como profesional, Goldstein ha ganado un total de 23 pruebas internacionales (como un Gran Premio 2* en el CSi de Vilamoura o una prueba del CSI-W4* de Poznan).
Este 2019, la amazona israelí ha repetido triunfo en el GP del CSI5* de Wellington y se ha alzado con su segundo triunfo en el Longines Global Champions Tour, al vencer en la sede de Shanghai. Ambos triunfos los ha conseguido con su yegua «Lizziemary», una hija de «Cabri D’Elle» (semental que montó, en su última etapa, Paola Amilibia).

Precisamente tras vences en Wellington, explotó la polémica en torno a Goldstein. La amazona es conocida en el circuito internacional por su atrevida vestimenta: monta con pantalones de yoga, a veces lleva una chaqueta blanca (prenda con la que ganó en Wellington) y, desde hace años, compite con un peinado de plumas de distintos colores. Estas plumas, que son precisamente el toque distintivo de Goldstein, no dejan indiferente a nadie.
Por un lado, la amazona se ha ganado el apoyo y el cariño de una parte de la afición, que ven sus «rarezas» como una innovación necesaria en el conservador y rígido mundo de la hípica. Pero, por otra, los sectores más tradicionales de este mundillo han criticado con dureza a Goldstein, tachando sus plumas de falta de respeto.
Y es tras ese 23 de febrero de 2019, después de que Goldstein se hiciera con su segundo Gran Premio 5* consecutivo en Wellington, cuando parte de la afición y profesionales estallan en las redes sociales en su contra. En aquellos días pudimos ver desde comentarios ingeniosos y con cariño hasta verdaderas faltas de respeto.
La tormenta, lejos de amainar, crecía por días. Tal revuelo se montó que Goldstein tuvo que emitir un comunicado el 4 de marzo, a modo de video en Instagram, calificando de «ciber acoso» el trato recibido.

Las críticas parecen no hacer mella en la amazona israelí, pues apenas un mes después de la polémica se alzó con el Gran Premio de Shanghai (cuyo triunfo vino acompañado de un premio en metálico de 610.000 euros) y, unas semanas después, fue cuarta en la sede de Madrid.
Mientras la mitad del mundo hípico vive escandalizado por sus plumas y, la otra mitad, lo alaba, Goldstein sigue trabajando para alcanzar su sueño: ser la primera mujer israelí en competir en hípica en unos Juegos Olímpicos.