Entre los días 17 y 19 de mayo se celebró en el Club de Campo-Villa de Madrid la edición española de la Longines Global Champions Tour. Creada en 2006 por el tratante Jan Tops, hoy el LGCT es mucho más que una competición hípica de gran nivel. Estamos ante el mayor espectáculo ecuestre, la Champions League hípica.
Corría el año 1992 y, tras ganar el oro por equipos en los Juegos Olímpicos de Barcelona, Jan Tops (1961) colgaría las botas e iniciaría una exitosa carrera profesional como organizador de concursos hípicos. Su prueba de fuego fue el CSI de Valkenswaard (Holanda); prueba que, año a año, se fue asentando como una de las mejor valoradas por los jinetes.
En 2006 Jan Tops decide dar un paso más allá y crea el Global Champions Tour (hoy conocido como Longines Global Champions Tour o LGCT). La idea es sencilla y la resume el propio Tops en su website: «lo mejor para lo mejor».

La hípica, desde hacía muchos años, intentaba solucionar, sin éxito, un debate recurrente: cómo conseguir la atención del público, como hacer de los caballos un deporte de masas. El formato de las Copas de Naciones (la prueba reina de la Federación Ecuestre Internacional -FEI-) es largo, aburrido y tedioso para el gran público. La hípica necesitaba un revulsivo y éste llegó de la mano de Jan Tops.
El LGCT es una especie de campeonato del mundo para los 30 mejores jinetes del planeta. A lo largo de 15 pruebas, que se disputan en lugares tan extraordinarios como las playas de Miami o los pies de la torre Eiffel, los jinetes intentarán ganar los Grandes Premios y sumar puntos para la final. Esta final, cuya sede va rotando de un año a otro, coronará al mejor jinete del mundo y le agasajará con unos premios nunca antes vistos en este deporte. Sólo en el año 2014, Scott Brash percibió casi 900.000 euros en este Tour (300.000 como ganador del LGCT).
España es, como no puede ser de otro modo, sede de una de las flamantes pruebas del LGCT. Desde hace algunos años, el Club de Campo-Villa de Madrid (previamente se disputó en Valencia) acoge a la conocida como «Fórmula 1 de los caballos».

Desde Woman O’War no queríamos perdernos la oportunidad de ver de primera mano a algunos de nuestros jinetes preferidos y, sin pensárnoslo dos veces, acudimos a la cita. El concurso, todo sea dicho, fue organizado de manera impecable por Oxer Sport. No sólo la organización del concurso fue perfecta (hay que recordar que en esta prueba compiten caballos que valen millones de euros y figuras tan mediáticas como Athina Onassis o Jessica Springsteen), sino que, además, la oferta comercial y de ocio convirtió el LGCT, a su paso por Madrid, en una cita imprescindible.
Los espectadores pudimos matar los ratos muertos paseando por el village comercial, situado muy cerca de la pista de hierba. No faltaron, además, las actividades para niños: desde un parque (perfectamente ambientado con elementos hípicos) hasta payasos o cuentacuentos, pasando por amenizaciones con «Chulapito» (la mascota del evento).
Oxer Sport tampoco descuidó a los profesionales de prensa. Una carpa, con todo lo necesario para poder trabajar (mesas, enchufes, bebidas…) estaba destinada, exclusivamente, a los periodistas. Un gesto muy necesario que, en muchos eventos hípicos y por desgracia, muchas veces se olvida.

En el terreno puramente deportivo, el LGCT prometía espectáculo y no defraudó. La prueba más importante del evento, el Gran Premio, tuvo un final de infarto. El suizo Martin Fuchs, último jinete en pista, batía, por milésimas de segundo, a Maikel Van der Vleuten. La tensión se respiraba en las gradas del Club de Campo cuando Fuch y «Chaplin» iniciaron el recorrido. Tras un eléctrico desempate, el suizo y su montura cruzaban la línea en un tiempo récord y la grada madrileña estalló en gritos y aplausos. El propio Fuchs, minutos después, reconoció quedar impresionado por el buen hacer del público español y prometió volver el año que viene. Y no sólo el calor patrio gustaron al suizo pues, como ganador del Gran Premio, recibió un premio de 100.000 euros.

Previamente, y haciendo las veces de prueba clasificatoria para el Gran Premio y de Premio por equipos, se disputó la que está llamada a ser la prueba reina del LGCT. El año pasado, dándole una vuelta de tuerca más a su negocio, Jan Tops decidió incorporar una competición por equipos. Esta vez los jinetes no compiten por países, sino por patrocinadores. Cada ciudad sede del LGCT cuenta con un equipo (el nuestro, Madrid in Motion, fue ganador de la edición de 2018; percibiendo cada jinete cerca de un millón de euros por su hazaña) que es apadrinado por distintos mecenas del país que representa. Y, en cada equipo, compiten jinetes de distintas nacionalidades. Es decir, algo así como una Champions League de la hípica.
El LGCT es, en definitiva, mucho más que hípica. Es un evento creado por y para el espectáculo. No hace falta entender de caballos para sentir la adrenalina de un desempate o emocionarse con el ganador. El LGCT podría ser la Champions League de la hípica si la Champions League tuviese todos estos ingredientes. Porque la edición de Madrid del LGCT fue mucho más.
