
Lata Brandisova (1895-1981) debería ser una heroina nacional en su República Checa natal. Sin embargo, como tantos otros héroes, su figura ha caído en el olvido. Hoy recordamos a la mujer que plantó cara a Hitler y al nazismo.
La vida de Lata Brandiosova no fue fácil. Nació, al más puro estilo Don Quijote, en una familia aristocrática venida a menos. Corría el año 1895 y el imperio Austro-húngaro se desmoronaba. Por aquella época, en las convulsas tierras de Chequia, tener un título nobiliario ya no era garantía de nada y la familia de Brandisova fue perdiendo, poco a poco, dinero, tierras y prestigio.
Sin embargo, por aquella época los vaivenes políticos no parecían quitarle el sueño a la joven Lata. Nacida en un ambiente familiar ecuestre (su padre era un gran aficionado) empezó a montar desde muy pequeña y, sobre todo, a destacar gracias a su increíble don de comunicación con los caballos.
En 1915, cuando cuenta con tan sólo 20 años (y 3 años antes del comienzo de la Primera República, que abocó a su familia a la pobreza) el entrenador Karel Smejda le pide que monte sus caballos. Aunque las habilidades de Brandiosova no pasaban desapercibidas para nadie y se convirtió en una imprescindible para Smejda, los días de carreras la joven sólo podía ver la competición desde las gradas. Por aquel entonces, en la República Checa, como en casi cualquier lugar del mundo, las mujeres no podían competir.

Si bien es cierto que la primera República (1918-1938) empujó a las familias aristocráticas como los Brandisova a la pobreza (al verse privados de sus tierrras), también es cierto que trajo una serie de cambios bastante positivos para Lata. Masaryk no sólo quería derribar el Antiguo Régimen sino, también, luchar contra la desigualdad de género.
Así, poco a poco, se fueron introduciendo algunos cambios en la vetusta sociedad checa que permitían respirar, aunque tímidamente, a las mujeres. Sin embargo, nada parecía derribar los antiguos y sólidos muros del mundo de las carreras. Hasta que, en 1927, los astros se alinearon, para fortuna de Brandisova. Los contactos de su primo Kinsky, unido a un cambio en la presidencia del ente regulador, permitieron que ese mismo año se emitiera la primera licencia amateur a una mujer. Licencia que, evidentemente, cayó en manos de Brandisova.
Para la recién estrenada amazona sólo existía una carrera, un triunfo, que pudiera justificar tantos años de sacrificio: el Great Pardubice (también conocido como Velká Pardubická). Esta prueba de steeple-chase se creó en 1874, con la finalidad de entrenar y seleccionar a los mejores binomios de caballería para la guerra. Disputada siempre en el segundo domingo de octubre, el Pardubice consta de 31 obstáculos, repartidos a lo largo de 6,9 kilómetros. Los binomios tardan una media de entre 9 y 10 minutos en completar el recorrido. O, al menos, en intentarlo. En ninguna de las ediciones (y ya van más de 100) han conseguido acabar todos los participantes.
Aunque la prueba sigue disputándose hoy en día, las condiciones son muy distintas a las que tuvo que afrontar Brandisova y sus colegas en aquél lejano 1927. Considerada la prueba de steeple-chase más difícil (y arriesgada) del mundo, cada uno de los 31 esfuerzos del recorrido se convierten en auténticas trampas mortales. El más famoso, sin duda, es el taxis ditch. Este obstáculo está formado por un foso de 2 metros de profundidad y 5 de ancho al que sigue un seto de 1,5m de altura. Al menos treinta caballos han perdido la vida intentando cruzar el Taxis Ditch.

Pero volvamos a 1927 y a nuestra protagonista. Como no podía ser de otra manera, Brandisova, montando un caballo de su primo (siempre competiría bajo la chaquetilla de éste), se inscribe en el Great Pardubice. La respuesta por parte de la sociedad y los profesionales del mundo de las carreras no se hace esperar. Los primeros, tachan al entrenador de monstruo al «obligar» a una «dama» a enfrentarse a los arriesgados y mortales saltos del recorrido. Los segundos, se niegan a competir contra ella. Los oficiales de caballería se niegan a ensillar a sus caballos alegando que competir contra una mujer es una «afrenta a su honor».
Sin embargo, Brandisova no se achanta y sigue adelante. Hasta el mismo día de la prueba hubo quejas e intentos de boicot. La amazona consigue, sin embargo, ser una de las cinco jinetes que logran terminar el recorrido. La hazaña no fue nada fácil: Brandisova cayó de su montura hasta en cinco ocasiones. Pero, en cada una de ellas, se levantó y volvió a subirse.
Lata seguirá disputando el Pardubice en los años siguientes, mejorando poco a poco sus marcas. Así, en 1933 y 1934 fue cuarta. Y, en 1935, acarició el triunfo al ser segunda. En estas tres ediciones montaría a «Norma», una yegua alazana y auténtica co-protagonista de esta historia.
Paralelamente a nuestra historia, la situación en Europa es cada vez más complicada. Hitler ha iniciado una ofensiva total y, entre sus objetivos, se encuentran las regiones que hoy conforman la República Checa. Para los nazis, el Pardubice no sólo era una carrera de caballos, sino una oportunidad perfecta para demostrar la superioridad de la raza aria sobre el pueblo checo, a que consideraban poco más que sub-humanos.

Pese a lo excéntrico que pueda parecernos hoy en día, debemos entender el contexto y la importancia que el deporte tenía en aquella época para reafirmar las teorías racistas de cada pueblo e ideología. Sin ir más lejos, no tenemos más que pensar en el gran despliegue que Hitler y los suyos hicieron en los Juegos Olímpicos de Berlin 1936 para demostrar al mundo cómo la raza aria era superior en todas las facetas de la vida y, muy especialmente, en el mundo deportivo.
El Great Pardubice, la prueba de steeple-chase más difícil del mundo y el campo perfecto para entrenar militares de guerra, constituía una publicidad perfecta para los nazis. Así, poco a poco, los oficiales del III Reich fueron copando las inscripciones de la prueba. De hecho, los alemanes habían vencido en 7 de las últimas 9 ediciones de la carrera.
Y, en estas, llegamos a 1937. Las cosas no marchaban especialmente bien para Brandisova. Orgullosa de su nacionalidad y sus orígenes, la amazona era una ferviente activista de la resistencia. Además, su primo había decidido bajarle de «Norma» y, tras unas carreras con otro jinete, la yegua había sido retirada de la competición.
Sin embargo, por caprichos del destino, Kinsky decide pensárselo mejor y dará una última oportunidad a su prima Lata Brandisova y a su querida «Norma»: ambas disputarán el Pardubice de 1937.
Bajo la atenta mirada de 40.000 espectadores, la pareja tomó la salida en aquel octubre de 1937, apenas unos días después del fallecimiento de Masaryk. La victoria de Brandisova pagaba 12 a 1.

Brandisova y «Norma» no sólo tuvieron que lidiar con los 31 obstáculos de la prueba, sino que, también, tuvieron que enfrentarse a los nazis y sus prejuicios. Un jinete checo, simpatizante nazi, dedicó todos sus esfuerzos en la prueba a tirar a Brandisova.
Y es que Lata era un auténtico quebradero de cabeza para los planes del III Reich. No sólo era una checa, orgullosa de serlo sino que, además, era mujer. En la cuadriculada ideología nazi no podía haber explicación alguna a que una mujer (¡y encima checa!) pudiese doblegar a sus oficiales varones arios. Pero ocurrió.
Tras sortear 30 de los 31 obstáculos del recorrido, dos jinetes avanzan con ventaja sobre el resto. Brandisova galopa segunda, a una buena distancia del oficial nazi. Nadie apostaría por su victoria, pues la distancia entre ambos binomios es considerable. Sin embargo, Brandisova confía en sus posibilidades. Ha montado, como siempre hacía, con inteligencia. En cada obstáculo, la amazona cuidaba a su yegua y esperaba a que el salto quedase libre, para no interferir con otros competidores. Además, ha llevado una estrategia conservadora, por lo que «Norma» guarda todavía fuerzas en la recámara.
Antes de negociar el último salto, Brandisova decide despertar a su yegua y la pone al sprint. «Norma» alcanza al puntero y afrontan el último obstáculo cabeza a cabeza. Tras saltarlo limpiamente, Brandisova y la alazana se despegan de su rival y cruzan la línea de meta con más de 7 cuerpos de ventaja.
Sin embargo, Brandisova, ejemplo de resistencia al nazismo, no tendrá mucho tiempo para saborear su triunfo. La guerra es un hecho inminente y, hasta 1946, el Pardubice no volverá a disputarse.
Su gran triunfo de 1937 no fue la última carrera para Brandisova que, tras los vaivenes de la II Guerra Mundial, vuelve a calzarse las botas para afrontar su querido Pardubice. En uno de estos recorridos, sufrirá una complicada caída que la tendrá en coma unos meses.
Poco o nada se sabe de la vida de Brandisova después de la guerra. Es probable que tuviera que mudarse en varias ocasiones y, según los datos recogidos por el periodista Richard Askwith (quien ha recuperado la historia de Brandisova en su libro «Unbreakable: The Woman Who Defied the Nazis in the World’s Most Dangerous Horse Race«) la amazona debio pasar sus últimos años en una pequeña casita sin agua ni luz.
Finalmente, Lata Brandisova moriría en 1981 en el más absoluto olvido. Ella debió ser uno de los símbolos de la resistencia contra los nazis al haber conseguido, en el terreno deportivo, desmontar el mito de la superioridad aria.