
Beryl Merkham fue una auténtica pionera y mujer transgresora. Criada en Kenia, hablaba unos diecisiete dialectos distintos. Se casó hasta en tres ocasiones y fue amante de varios miembros de la realeza. Además, se convirtió en la primera persona en cruzar el Atlántico en un avión sin escalas. Pero, entre todas sus pasiones, destacaba su amor por los purasangre y las carreras.
Beryl Merkham (1902-1986) fue una mujer excepcional. Aunque nació en Ashwell (Reino Unido) su corazón pertenecía a África. Con tan solo cuatro años, su familia se mudó a Njoro, en Kenia. Al poco tiempo de pisar suelo africano, la madre de Beryl, quien nunca se adaptó a esta nueva vida, decidió volver a Inglaterra, dejando a Beryl en Kenia. La falta de una figura materna no fue un impedimento para el desarrollo de la joven. Criada por las tribus locales, Beryl aprendió casi veinte dialectos locales y aprendió a cazar animales salvajes.
Pero no sólo los animales africanos y la vida extramuros de la granja familiar despertaron el interés de la joven. Su padre, Charles Baldwin Clutterbuck, era un criador y entrenador de caballos de carreras. De hecho, muy probablemente la familia se mudó a África para desarrollar ahí el negocio de la cría.

En 1919, cuando Beryl tenía 17 años, su padre recibe una nueva oferta de trabajo y se muda a Perú, para entrenar a los purasangre locales. Beryl, enamorada del continente africano, decide quedarse en Kenia y sacarse la licencia de entrenadora para poder subsistir. Así, sin haber alcanzado todavía la mayoría de edad, Beryl se convertía en la primera mujer en todo el continente en sacarse una licencia de entrenadora de caballos de carreras. Y, aunque sea más difícil de demostrar, Beryl fue también, y muy probablemente, una de las primeras mujeres entrenadoras del mundo. Hay que tener en cuenta que, por ejemplo, el Jockey Club inglés otorgó las primeras licencias a mujeres en 1966. Y tuvo que hacerlo después de litigar en los juzgados.
Y mientras sus paisanas inglesas tenían que observar las carreras desde las gradas, Markham demostraba tener madera para esto de las carreras. En 1926, con apenas 24 años de edad, ensilló a su primera ganadora clásica. La potranca “Wise Child” fue segunda en el Derby local y, posteriormente, se hizo con el Kenia St. Leger.
El semental “Cambrian” es otro de los nombres propios de aquella época. Bajo las órdenes de Beryl, este caballo ganó el derby de Kenia, la Kenya Golden Cup, el Governor’s Conference Cup o la Civil Service Cup.
Aunque los éxitos del hipódromo eran incuestionables, Beryl necesitaba algo más. En 1936, Markham decide seguir haciendo historia y se convierte en la primera persona (sea hombre o mujer) en cruzar el Atlántico en un vuelo este-oeste, sin compañía y sin escalas. Tras esta hazaña, Beryl se instaló durante quince años en California. Sin embargo, el continente africano seguía muy presente en la mente de Markham y, en 1956, decide volver a Kenia y, por ende, al mundo de las carreras.

Su primer gran caballo de esta segunda etapa fue “Title Deed”, ganador de trece carreras en las seis temporadas que estuvo en activo. Tras él, vendría “Niagara”, la joya de la corona. Esta potra, criada por la propia Beryl, volvió a colocar a Markham en la élite del turf local. Ganadora a dos años del Champagne Stakes; la potranca destacó en su edad clásica al imponerse a los machos en la Kenya Guineas, en el Derby y en el St Leger (convirtiéndose, por ende, en triplecoronada). Además, también dio a Beryl los trofeos de la Delamore Gold Vase y del Civil Service Gold Cup.
Pero “Niagara” no fue fruto del azar o de la suerte. Tras esta potra, vendrían muchos éxitos más. Entre 1961 y 1964, Beryl monopolizó el derby local con cuatro victorias seguidas (“Speed Trial”, “Cutlass”, “Lone Eagle” y “Athi”). Y, en la temporada 1971-1972, Markham entrenaría a su segundo triplecoronado, el macho “Heron”.
En resumen, Beryl ensilló a dos triplecoronados (“Niagara”, en la temporada 1959-1960 y “Heron”) a seis derbywinners (“Niagara”, “Speed Trial”, “Cutlass”, “Lone Eagle”, “Athi” y “Heron”) a siete ganadores del St Leger local (“Wise Child” en 1926, “Little Dancer” en 1958, “Niagara” en 1959, “Athi” en 1964, “Heron” en 1965 y “Sailor Beware” en 1978) a cuatro ganadores de las guineas keniatas (“Niagara”, “Rio Grande”, “Fair Realm” y “Heron”) a una ganadora del oaks (“Blue Streak”) a cinco vencedores del Champions Stakes y a un campeón del Breeding Futurity Stakes. Y, gracias a estos y otros triunfos, se coronó como ganadora de la estadística de entrenadores en seis temporadas seguidas (entre 1960 y 1966).

Y, entre carrera y carrera, Beryl tuvo tiempo para casarse en tres ocasiones y ser amante de varios miembros de la realeza. Se dice que la reina Maria se vio obligada a pagarle una pensión de por vida para que dejara de verse con Enrique de Gloucester, hijo de Jorge V. Y se rumorea que, entre los múltiples amantes de Beryl, se encontraba el rey Eduardo VIII.
La propia Beryl plasmó su vida y hazañas en una novela, titulada “West in the night”. La obra no tuvo gran éxito en su momento y cayó en el olvido hasta que, en los años 80, George Gutekunst descubrió unos escritos de Ernest Hemingway donde, el autor de “Fiesta”, alababa la pluma de Markham y deseaba poder escribir como ella.
Las palabras de Hemingway despertaron el interés por “West in the night” y el libro se convirtió, décadas después de haber sido publicado, en un superventas. La reedición de la novela fue una auténtica bendición para Beryl. La británica, ya octogenaria, vivía en la pobreza en Nairobi. Pese a su avanzada edad, Beryl seguía entrenando caballos de carreras, aunque sin cosechar los éxitos de antaño. Cuando Gutekunst viajó a Kenia para darle la buena noticia, se encontró con una Beryl malherida tras una paliza que recibió a las afueras del hipódromo.
No obstante, el dinero de las regalías trajo también a otros invitados no tan bienvenidos. Y es que los críticos empezaron a sospechar de la autoría de la obra. “West in the night”, como bien dijo Hemingway, posee una prosa y una belleza difícilmente atribuible a una escritora novel y, muy especialmente, a alguien que no volvería a escribir otro libro en su vida. Además, según ciertos académicos, el estilo literario de la obra es muy similar a la pluma de Thomas Barker; quien, casualmente, era amante de Beryl en la época en la que ésta escribió e libro.
Autora o no de este libro, Beryl Markham fue una de esas mujeres que, pese a tener una vida extraordinaria, hoy ha caído en el olvido. Pionera en el mundo de las carreras de caballos, Markham fue capaz de medirse a los hombres en la África colonial de principios del siglo XX.